Las autoridades ya han tenido que sacrificar miles de cabezas de ganado y en ambos países se han implementado estrictas medidas para controlar la epidemia. Ambos países implementaron una serie de medidas para contener la propagación de la enfermedad: una zona de protección de tres kilómetros de radio alrededor de los focos epidémicos y una zona de observación de 10 kilómetros donde se monitorea la salud del ganado.

También se ha prohibido el traslado de animales y las autoridades húngaras han prohibido la caza en el condado de Győr-Moson.Eslovaquia ha cerrado los pasos fronterizos menores y ha instalado puntos de desinfección en los más grandes.El sacrificio del ganado infectado y la eliminación de toneladas de cadáveres potencialmente infecciosos también supone un desafío para las autoridades.Desde entonces han surgido nuevos casos en Hungría y Eslovaquia, con cuatro epicentros en el sur de Eslovaquia, cerca de la frontera sur, y dos en Hungría.Ambos gobiernos han recibido críticas: Hungría por sacrificar más de 1500 vacas cerca de Bábolna, lo que preocupa a los residentes locales, y Eslovaquia por transportar los cadáveres en camiones abiertos, según informaron residentes locales.

Más de 2.000 vacas tuvieron que ser sacrificadas en un tambo del norte de Hungría, donde varios animales se infectaron con fiebre aftosa.

Debido al brote, que afecta a cerdos, vacas, ovejas y cabras, las autoridades húngaras han establecido una zona de seguridad de dos niveles alrededor del establecimiento, donde se aplican estrictas restricciones y se recomienda el control del ganado de traspatio.

El brote en Levél es el segundo en el país este mes, con 1.600 animales sacrificados en Kisbajcs hace unas semanas. Europa Central ha estado libre de la enfermedad durante más de 50 años, pero reapareció en enero en la región alemana de Brandeburgo.