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Ambientalistas versus productores

Un proyecto de ley en el estado de Nueva York para prohibir la expansión por encima de 700 vacas saca a la luz debates cruciales en torno a la sostenibilidad, el bienestar y las ventajas de las explotaciones de pequeña escala frente a las de gran escala.

Ambientalistas versus productores

Con el objetivo de proteger el medio ambiente y preservar los pequeños establecimientos familiares, dos legisladores estatales de Nueva York abogaron por la prohibición de la expansión de las operaciones con más de 700 vacas. Así, la asambleísta Linda B. Rosenthal, demócrata por Manhattan, y el senador Jabari Brisport, demócrata por Brooklyn, presentaron un proyecto de ley que limita la facultad del Departamento de Conservación Ambiental del estado para emitir nuevos permisos de operaciones llamadas Concentrated Animal Feeding Operation (CAFO) para lecherías a gran escala. Esta regulación afectaría a cualquier operación con más de 700 vacas en el estado, ya que un permiso CAFO ya es obligatorio para las lecherías con más de 300 vacas.

Rosenthal y Brisport, con el apoyo de defensores de la ciudad de Nueva York, argumentan que la regulación es necesaria para evitar la proliferación de nuevos tambos de escala. Afirman que estas grandes operaciones, a menudo caracterizadas por malas prácticas ambientales, tienen impactos negativos en las comunidades marginadas a través de la contaminación de suelos, la contaminación de las vías fluviales y la explotación económica. “Estas operaciones industriales causan estragos en el medio ambiente”, afirmó Brisport, enfatizando que las grandes empresas extraen recursos de las comunidades locales sin proporcionar beneficios económicos proporcionales.

Obviamente, esta perspectiva es cuestionada por productores, expertos agrícolas y defensores de la producción lechera, quienes afirman que la legislación propuesta afectaría gravemente a la cadena del estado de Nueva York. Afirman que la medida sofocaría tanto a los tambos nuevos como a los existentes, impidiéndoles expandirse más allá de lo que consideran un número relativamente pequeño de ganado. “Durante generaciones las familias de productores se han enorgullecido de su compromiso con las prácticas de gestión responsable, cuidando de sus animales, el medio ambiente y los recursos naturales”, afirmó Allyson Jones-Brimmer, vicepresidenta de asuntos regulatorios y legislativos de la Asociación de Productores de Leche del Noreste (NEDPA).

Un productor lechero del estado, Nate Chittenden, quien creció en el pequeño establecimiento de 55 vacas de sus padres, compartió sus reflexiones personales sobre la evolución de la escala. A medida que la familia crecía, también lo hacía el rodeo, que ahora sustenta a más de veinte familias y ordeña más de 1.000 vacas. La ampliación del tambo fue un paso lógico para garantizar que el negocio pudiera sustentar varios medios de vida más allá de los de su propia familia. “Los establecimientos de todos los tamaños y estilos siguen siendo un importante motor de la actividad económica en nuestras comunidades rurales”, explicó Chittenden, enfatizando el delicado equilibrio entre el cuidado de la tierra, sus vacas y la comunidad. Añadió que ningún tambo podría sobrevivir en el mundo moderno sin ser un buen administrador del medio ambiente, subrayando cómo este compromiso está entrelazado con el cuidado humanitario de los animales y la mano de obra.

Extractado del artículo: ¿Cuidado ambiental o un salvavida de plomo?, Infortambo edición junio de 2025.

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