La lechería es uno de los sectores más emblemáticos e históricos del campo argentino. Más allá de su importancia simbólica, es además un gran generador de empleo y dinamizador de negocios, pero hace décadas sufre los desbarajustes de la macroeconomía argentina, a los que se suman los vaivenes del clima y de los precios internacionales.
Pero si hay algo que realmente sufre es la ausencia de un ambiente macroeconómico favorable o, el efecto de políticas nocivas y de desaliento a la producción.
Según publicó hoy el portal Infobae, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca resaltó en los últimos días el récord productivo de 11.533 millones litros de la lechería en 2021, que -afirmó- “consolida el crecimiento de la actividad, cuyo anterior mejor registro histórico era de 2020, revierte la tendencia negativa que afectó a la actividad en el período 2016-2019″.
La cartera que encabeza Julián Domínguez también informó que durante el 2021 las exportaciones lácteas llegaron a las 395.686 toneladas, 6% más que en 2020 y aportaron exportaciones por USD 1.342,2 millones, un aumento del 18 por ciento.
Así, el Gobierno puso de relieve que desde el inicio de la gestión de Alberto Fernández la actividad vive una suerte de prosperidad, al cabo de una etapa crítica durante la gestión macrista.
Es cierto que la lechería viene experimentó incrementos de producción del 7,4% y del 4% en 2020 y 2021, respectivamente, pero no lo es que el volumen del año pasado haya sido récord;: el pico se registró en 2015, con 12.061 millones de litros, y el punto más bajo en 2017, con 10.343 millones de litros.
Inclusive, la actividad podría seguir creciendo en producción durante 2022, ya que estimaciones del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA) marcan la posibilidad de que se registre un aumento del 0,6%, proyección limitada por los problemas para contar con forraje y pasturas por la sequía y la ola de calor y también por un desmejoramiento en la relación insumo-producto, como consecuencia al aumento de los costos en general y de los precios internacionales del maíz y la soja, principales alimentos de los animales, indicó a Infobae el director del organismo, Jorge Giraudo.
Ahora bien, los períodos de crecimiento, por lo menos en los últimos años, estuvieron signados por un factor en común: la falta de políticas para el sector, o, peor aún, políticas contrarias a su desarrollo, como la posibilidad de una intervención del mercado a partir de la implementación de cupos de exportación, como se rumoreó en los últimos días. Los momentos de expansión están más bien asociados al comportamiento de los precios internacionales, al clima y a la situación macroeconómica que a cualquier impulso gubernamental.
Es por eso que Giraudo entiende que estos procesos de crecimiento se dan “a pesar de que la política económica no acompaña, sino que cuando el clima y los precios internacionales son buenos, el sector logra recomponerse y mejorar”. Para el especialista de no contar con limitantes como el 50% de inflación, financiamiento caro o el alto nivel de presión tributaria “hoy no estaríamos hablando de un crecimiento del 4% sino del 40%. Las condiciones naturales que tenemos son inmejorables. El sector está totalmente preparado para explotar en producción, pero nos tienen que dar las condiciones de competitividad para hacerlo”..
Crecimiento de “patas cortas”
“No solo no existe una política de Estado que impulse la lechería, sino que existe una que la destruye estructuralmente y a sus cimientos”, sostuvo en diálogo con este medio la coordinadora de la Comisión de Lechería de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Andrea Passerini, sino que cualquier etapa de crecimiento que se haya dado respondió más a condiciones de mercado favorable y a cuestiones climáticas, que a cualquier otra cosa.
“Está claro que en el 2020 y 2021 a nivel macro se creció pura y exclusivamente gracias a los altos precios internacionales de los lácteos en general y a la leche en polvo en particular, a pesar de las horribles política sectoriales de los gobernantes de turno, a pesar de las retención del 9% de la leche en polvo y de haber tenido el mercado interno intervenido”, remarcó Passerini.
Según detalló la especialista, la tasa de crecimiento anual promedio entre 2010 y 2021 del sector lechero argentino fue del 1% anual, mientras que a nivel mundial fue del 2,2% en el mismo período. Por esto, Passerini entiende que la producción argentina se encuentra en un “estancamiento estructural”, en especial si se tiene en cuenta que Brasil en el mismo período triplicó su volumen de leche, mientras que Uruguay lo duplicó.
Así, Passerini sostiene que las decisiones políticas hacia el sector tienen como resultado que se produzca menos. “Es la falacia de trabar las exportaciones. Ahora echaron a rodar (desde el oficialismo) de que van a poner restricciones a las exportaciones, como sucedió con la carne vacuna, con cupos. Eso es dinero para los amigos. Es otra vez lo mismo y no les importa los tamberos, que somos el último eslabón de la cadena”.
Más opiniones
Para la tambera y Secretaria de Finanzas de Federación Agraria Argentina (FAA), Marisa Boschetti, tampoco existe una política o herramientas por parte de los diferentes gobiernos que impulsen la actividad y le permitan alcanzar su máximo potencial, al mismo tiempo que consideró necesario que desde el sector se busque lograr “enamorar a los políticos” para que pongan un ojo en la actividad.
“No hay políticas públicas que acompañen al sector tambero. Si las hay, son de escasas a nulas”, remarcó Boschetti, quien aseguró que “no logramos que el sector político mire al sector productivo lácteo, a pesar de que sea una actividad importante de Argentina, con muchas oportunidades y capacidad de dar trabajo, sobre todo en pueblos chicos. No hay una generación de herramientas”.
Tal es así, que la referente de lechería de FAA se plantea si desde la actividad se hizo lo necesario para que la política “preste atención”. Es por eso que destacó que dentro del sector se preguntan “por qué no logramos enamorar a los políticos. Quizá no lo sabemos mostrar y destacar toda nuestra capacidad, sobre todo porque en el mundo hay momentos muy buenos que hoy estamos desperdiciando”.
Buenos Aires, 7 de febrero de 2022