En las últimas dos décadas, la producción nacional en Estados Unidos creció 40% con la misma cantidad de vacas. ¿Las razones de la mayor productividad? Mejora genética pero también bienestar animal y nutrición. Fue la actividad que más creció en productividad superando incluso a la agricultura.
La producción de leche en un país tiene dos variables: el número de vacas lecheras en el rodeo nacional y la producción promedio de esas vacas. En Estados Unidos, los farmers terminaron ordeñado en 2018, alrededor de 9,4 millones de vacas, que representa más o menos lo mismo que en 1996, o sea más de dos décadas atrás. Sin embargo, durante ese mismo período, la producción total de leche creció en casi 29.000 millones de litros.
Desde 1996, la producción promedio en el tambo ha crecido alrededor del 40%, debido enteramente al crecimiento de la producción por vaca.
A la hora de entender cuáles fueron las causas que condujeron a este aumento de la productividad, las investigaciones apuntan a la mejora en el genética, responsable de por lo menos la mitad del crecimiento en las últimas décadas.
A comienzos del 2000, especialistas en lechería de la Universidad de Wisconsin estimaban que apenas el 60% de las vacas lecheras eran concebidas a través del uso de la inseminación artificial (IA), cuando en países en Europa Occidental alcanzaba el 90%. Desde entonces, la combinación de tasas más altas de uso de IA junto con una mayor intensidad de selección de los toros utilizados en los centros de inseminación, han incrementado el papel de la genética en el mayor rendimiento por vaca.
El resto del aumento en la productividad puede atribuirse ampliamente a la evolución del manejo general fundamentalmente en la mejora de la nutrición, a los avances en el bienestar del rodeo y al manejo de la vaca gracias a buenas prácticas.
La lechería le saca ventaja al resto
El crecimiento de la productividad logrado por la lechería en estas últimas décadas, ha superado incluso al resto de los otros productos agrícolas y ganaderos en los Estados Unidos. Con un aumento del 40,9% desde 1996, la lechería le gana a la mejora en los rendimientos por unidad de superficie del maíz que en ese período fue del 38,8%, a los de la soja que fue del 34,6% y al del trigo 31,1%. Al igual que para la leche, la genética de cultivos y el manejo han jugado un papel importante en la mejora de la productividad de la agricultura, pero el clima introduce una variabilidad significativa de un año al otro en los rendimientos.
Según publicó Daily Dairy Report, utilizando el peso de faena para medir el crecimiento de la productividad, la leche también supera a otras actividades ganaderas en el mismo período como a los pollos (31%), el ganado de carne (20,9%) y a los cerdos (11,4%).
Pero la dinámica del sector incluye una concentración de la actividad a tasas considerables. Por ejemplo, Wisconsin, conocido como “Dairyland” y el segundo estado mayor productor de leche, reportó a comienzos de año, un total de 818 tambos menos que los 8.110 que se registraban en enero de 2019. Poco más del 10 por ciento de tambos menos en un año con el mismo número de vacas.
Los datos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos indican que en los últimos seis años, el tamaño promedio de un tambo en Wisconsin creció 43% pasando de 120 a 174 vacas por operación.
Esto datos hacen presumir que la tendencia se pudo haber acelerado más recientemente, con los pequeños a medianos tambos saliendo continuamente del negocio mientras los más grande se siguen expandiendo. Dados los mayores costos de alimentación en los Estados Unidos, el mayor ritmo de salida de los tambos de menor escala tiene sentido ya que la capacidad de repartir los gastos generales es más limitada comparado con los más grandes. Pero la tendencia de Wisconsin no es aislada. Varios estados del Medio Oeste y Noreste podrían compartir tendencias similares este año. Los tambos más chicos tienen evidentemente menos resiliencia ante la complejidad y la volatilidad de los mercados de commodities que sus pares más grandes con una organización más sofisticada para enfrentarla.
Foto de portada: Mary Rieckmann y su hijo Russell, dos centurias prácticamente como tamberos,
atendiendo a sus 45 vacas en noviembre pasado en Wisconsin (Gentileza Jason Vaughn, Time).
Buenos Aires, 25 de marzo de 2020