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España y los modelos productivos de leche que propone Bruselas

España y los modelos productivos de leche que propone Bruselas

SAT Torneiros es un tambo  ecológico ubicado en la localidad de Allariz, en el noroeste de España: allí unas 60 vacas que tienen en ordeñe, salen al campo todos los días a pastorear poco antes del mediodía.

La imagen fue presentada en una nota publicada por el periódico La Voz de Galicia, con la firma de Maruxa Alfonso Laxa. Durante el pastoreo, las vacas comentan y debaten sobre el el acuerdo que Europa acaba de cerrar sobre la Política Agrícola Común (PAC).

Y quizás también entonces sabríamos que eso de los ecoesquemas no es para ellas ninguna novedad. Que lo que proponen los políticos es algo que en Galicia se lleva haciendo, de manera tradicional, toda la vida.

Y que cualquier granja en ecológico de la comunidad cumple con buena parte de los nuevos requisitos. Porque la explotación tipo que quiere Bruselas hace mucho que existe aquí.

Es la típica granja familiar donde los animales pastan durante buena parte del día al aire libre, donde se cultiva el forraje necesario para completar sus raciones y donde el purín no es un residuo, es el abono con el que cultivan sus tierras.

SAT Torneiros empezó trabajando en intensivo, «porque la explotación es del año 1989 que era la que se hacía en ese momento. Pero aquí nunca se hizo un manejo del ganado en extensivo de manera exclusiva», aseguró, explica Marcos Quintas, que heredó el negocio de sus padres.

Fueron ellos los que apostaron por pasarse a la producción ecológica en el 2005, y cuando Marcos asumió el mando, tuvo claro desde un principio que esa era la forma de trabajar. Ahora, Europa le da la razón e incluye en la nueva PAC una serie de prácticas que en esta explotación ya son el pan de cada día.

Del pastoreo y la biodiversidad

La primera de ellas es el pastoreo. Fomentar esta práctica es uno de los objetivos de los ecoesquemas. «Nuestra vacas salen a pastar después del ordeñe y no las recogemos hasta la tardecita»,  cuenta.

Ellas son las encargadas de cuidar los pastos, en los que no entran tractores ni otras máquinas, respetando así la biodiversidad, otra de las premisas de Europa. «O 80 % do que temos é pradeira natural, o que facemos é intentar coidala utilizando o manexo dos animais», añade. En la finca donde sus vacas pacen hay hierba, pero también zarzas y algún que otro árbol centenario.

Uno de los problemas con los que se encontró Marcos cuando asumió la granja fue que en la zona de Ourense donde está ubicada, los pastos no siempre son suficientes para alimentar a los animales«e tes que suplementarlles a ración con forraxes». Así que cada mes se dejaba un verdadero dineral en adquirir esos piensos que venían de fuera. La suerte quiso que un día, en unas charlas, se acercara a investigadores de Mabegondo y les expusiera su problema. Estos enseguida le propusieron llevar a cabo un sistema de rotación de cultivos, de nuevo una de las premisas que propone Europa. La granja contaba con treinta hectáreas de terreno en regadío, donde se plantó una pradera de leguminosas en invierno y maíz forrajero durante el verano. Hace tres años que e empezó con ese sistema y ahora, no solo tiene alimento suficiente para los animales, sino que incluso puede vender alguno. «Para mi el cambio supone más un ahorro que costos, porque ya teníamos el terreno», explica.

Contar con planes anuales de fertilización y fitosanitarios es otra de las premisas que plantea Bruselas. «Ao estar en ecolóxico, xa temos un plan de fertilización. E de uso de fitosanitarios non temos porque non os usamos», añade. Pero ¿qué pasa con los purines? Pues que aquí no son un residuo. «Todo lo que se produce en la granja lo utilizamos en la explotación. Con la paja y la hierba, porque nuestras vacas duermen en cama caliente, y hacemos el abono que usamos en el establecimiento», asegura.

Una economía circular en toda regla, en la que no se desperdicia ni las heces de los animales, ni la paja en la que descasan cuando están encerradas. Cuenta, además, que ya disponen de «una entidad que da asesoramiento» para controlar la fertilización de sus terrenos. Y que apuestan, también, por mantener la biodiversidad en las fincas que trabajan. «No comenzamos todo para hacer pastos, respetamos el monte bajo y dejamos los árboles», relata.

Marcos reconoce que no en todo tipo de explotaciones, ni en todas las zonas de Galicia, se pueden hacer estas prácticas. Pero él tiene claro que son el futuro. Que sus vacas deben ser cuidadas como se hizo toda la vida en Galicia, que es como ahora reclama Bruselas que se haga.

Aquí la nota completa publicada por La Voz de Galicia.

Buenos Aires, 25 de octubre de 2020

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